La reinvención en tiempos convulsos


Como se puede ver en este gráfico (es una manera de hablar), la reinvención me ha llevado sus buenos añitos. No voy a contar ahora todo mi trayecto personal en este tiempo, porque aburriría a las ovejas. Baste decir que he transitado estos años cambiando y sanando asuntos que ni siquiera recordaba que hubieran ocurrido, y que la conclusión es buena: bien han merecido la travesía del desierto, o del Infierno de Dante, como se prefiera definir. 
En muchos momentos pensé que la pérdida de mi identidad anterior, referida a un papel familiar (como hermana, como hija y como madre, sobre todo) y al papel profesional (como periodista de un medio de información de primer orden), significaba también mi disolución como persona, como ente vivo. Por supuesto, la Realidad vino, me dio repetidamente en los morros y me demostró que no es así para nada.
Por lo tanto, he podido confirmar que la vida es una continua sucesión de momentos que se parecen mucho a lo que llaman las pequeñas muertes y que, después de ellas, comienzan nuevos nacimientos que, a poco que te resistas, tienen en común con los partos de verdad el que duelen. En el parto de una nueva parte de la propia vida, tú misma te dueles a ti misma. 
Como ahora estamos viviendo tiempos interesantes, con el significado que la maldición china le da a ese término, me da la sensación de que un poco menos de intensidad puede venir bien, a través de compartir momentos que me parecieron interesantes o pensamientos que me lo parecen por cualquier causa. 
Así, esta entrada habla de una decisión que tomé hace unos meses. La de publicar los libros que tenía terminados en Amazon. 
Qué vergüenza, por favor, qué corte. Se van a abalanzar sobre mí aquellos que se vean reflejados, aquellas a quienes no les guste mi estilo o mis historias, ¡me van a quemar en la hoguera! 
Pues bien, como supondréis, no ocurrió nada de esto. Prácticamente, no ocurrió nada. A pesar de que hice campaña en redes (se dice RRSS), en aplicaciones de mensajería instantánea (para ti y para mí, el wasap -WhatsApp, perdón- de toda la vida), la cosa no llegó a mayores. Como mucho, hizo aguas menores. La campaña también fue pequeña, por no decir mínima. Lo leyeron algunas personas de mi familia y amistades más cercanas, lo compartieron un poquito; a quienes gustó, me lo dijeron de forma entusiasta; a quienes no les gustó tanto, no dijeron nada, y así el tema cayó en el olvido, casi también para mí. 
Hasta que esta mañana de sábado he sentido de nuevo El Impulso. Sí, algo que hace que me empiece a mover hacia la nueva dirección, que no sé hacia dónde va, salvo que se dirige al futuro. 
En esta ocasión, el Impulso me ha llevado a pasarme toda la mañana cambiando precios y haciendo promociones de los tres libros, que en su tiempo englobé en una colección, a la que di en llamar Fantasmas de los ochenta. Porque eran cosas de aquella década y porque eran fantasmas, ya no estaban vivos (o eso creía yo). 
Fantasmas, fantasmas, fantasmas... La palabra me rebotaba por las paredes del cráneo esta mañana y me impedía quedarme leyendo en la cama, a pesar del cansancio que sentía y que ya se ha vuelto una costumbre en este veroño de eclipses en Escorpio. Y, en esto, el Impulso me hace sentarme, sacar el portátil del armario, abrirlo y ponerme a trasegar con el editor, que se llama KDP, Kindle Direct Publishing, más o menos una especie de Hágaselo Usted Mismo y que, como no espabiles, se puede quedar en Tú Te Lo Guisas Tú Te Lo Comes, como a mí me pasó con mi tímida incursión en la autopublicación de hace unos meses. 
¿Cuál fue la espita del Impulso? Venga, mirad las fechas, por favor. ¡Claro! ¡Fácil! Halloween, Samaín para los amigos celtas y gallegos. Qué buen momento para aprovechar un relanzamiento de esos libros, en los que hay fantasmas que están más vivos que otros que caminan de pie. Los días de los Muertos, las noches de los Fantasmas... ¡Ideal! 
Así que, aprovechando que revive la celebración de los desencarnados, también revive la promoción de mis libros. Por un lado, he actualizado sus precios a unos sencillos 3,47 euros por ejemplar. Por otro, entre el 31 de octubre y el 7 de noviembre, dos de ellos (Su Sueño era Yo y Los cuentos pREstados) estarán a un precio aún menor con motivo (partiendo de 1 euro), y el primero escrito y publicado, El Hombre de Agua, será, en esas fechas, gratis.
Todo sea por entretener las tardes que, a partir de hoy, se convierten antes en noche y las noches que se vuelven más largas en el hemisferio norte. Para las personas del hemisferio sur, les sirve para recordar que el calor llegará y, por fortuna, pasará, con el ritmo inexorable de la inclinación de la Tierra.
A quienes se animen a leerlos, por supuesto, os invito a comentarlos, tanto si es para bien como si es para menos bien. 
Madrid, 29 de octubre de 2022

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