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Mostrando entradas de abril, 2010

Los piojos y la polémica del velo

Un apunte sobre la polémica generada por si las niñas pueden llevar velo en los institutos públicos. Para empezar, me parece evidente que si fuera una novicia católica la que llevara su velo, no habría problema. Segundo, si fuera un chico judío el que fuera con una pequeña quipá, todo el equipo docente haría la vista gorda. Pero claro, como estas niñas son "moras", pues ahí tenemos los miedos atávicos Mi hija mayor, actualmente de casi 21 años, me contó que en su instituto prohibieron cubrirse la cabeza porque los chicos raperos se ponían gorras de colores según pertenecieran a un grupo u otro (ahora llevarían sudaderas de algodón con capucha) y eso daba lugar a enfrentamientos en los pasillos (todo sea dicho, los chicos se enfrentaban, en los pasillos y, sobre todo, a la salida del "tuto", cuando les daba la gana...). Pero yo lo que recuerdo son aquellas esas noches de su infancia en que, con la cabeza llena de rizos de esta hija, o de la pequeña, también llena de

El recurso de hablar del tiempo

Uno de los deportes nacionales de los habitantes de Galicia es hablar del tiempo. Si tenemos en cuenta que allí suele llover mucho ("por algo es verde", que diría mi cuñado), la mayor parte de las veces es para quejarse de lo que casi todos califican de "mal tiempo". En las vacaciones de Semana Santa, el tiempo, según esta premisa, fue malo. Llovió bastante, para la mayoría, demasiado. Tengo que decir que para mí llovió estupendamente. Era justo la cantidad de lluvia que yo necesitaba. La lluvia me tranquiliza, hace que no me sienta rara por coger un libro y ponerme a leer en el sofá mientras de vez en cuando levanto la vista para regocijarme en el perfil desdibujado de los montes que circundan el Valle. Las ventanas parecen cuadros de acuarelas, llenas de colores suaves. Si hubiese hecho "buen" tiempo, me habría pasado la semana inquieta, pensando dónde podíamos ir de excursión, a tomar algo en algún sitio con terracita para que nos diera el sol, preocupa

El tiempo vuela ahora más rápido que antes

Pensé que sólo me pasaba a mí. Me desaparece el tiempo. A veces son unos minutos. El récord lo batí (o lo batió el tiempo) el pasado viernes, viernes santo. Desaparecieron dos horas. A la una de repente eran las tres. De la tarde. Pensé que era síntoma de que me voy haciendo mayor, ya sabéis, por aquello de que a los niños un día les parece que dura un año. Pues os vais olvidando. A los niños también les pasa. Cuando creen que acaban de llegar al parque, ya es hora de irse (por suerte para ellos, cuando acaba de terminar el recreo, ya es hora de ir a comer). Incluso ocurre en el trabajo, que, aunque sea aburrido o repetitivo, cuando calculo que son las siete y media y me puedo tomar con calma cerrar la página (de las necrológicas, es lo que hago ahora), resulta que son ya las nueve y el redactor jefe de cierre me está llamando la atención. Donde está la hora y media que me falta? Pensé que era por el tipo de vida acelerada que llevamos los periodistas, pero tampoco. En ello están tambi

Las chicas contra las chicas

Creo que de esto ya he hablado antes, pero insisto: las chicas se pegan. Parece que ahora es de lo más normal entre chavalas adolescentes. Hasta que ahora una mató a otra. Es decir, las chicas contra las chicas: las chicas se matan. Mi hija de 14 años lleva tiempo comentándome sobre peleas entre chicas, después de hacer botellón, en una discoteca, a la salida del instituto (ahora se dice "tuto", no "insti", como antes, para que suene lo peor posible). Está claro que si sus madres nos volvimos masculinas en nuestra forma de trabajar y competir para adaptarnos al mundo laboral copado por los hombres hasta hace poco, las niñas han dado un paso más en esta masculinización del género femenino. Antes, sólo eran ellos los que se pegaban. Ahora, la agresividad ya no depende de la testosterona, porque se supone que tanto no hemos cambiado las mujeres como para, de repente, segregar la hormona masculina y de la agresividad, y ponernos como leonas (especie en la que la testost